viernes, 11 de junio de 2010

Desintegrando la huella del amor


En este espeso bosque deambulamos
buscando sin saber que buscamos,
quizás la dulce fruta de tu boca.
el interior de tu esencia, tu alma blanca.

Los rastrojos enmarañan el siniestro
paisaje alcalino y destemplanza en tu talante
surcamos los caminos del sendero
abrazando tu poderoso cuerpo,
mis manos enredadas a ti.

Huyes de mí como paloma emancipada,
clavas en mí una daga cuando me rechazas.
Entre malvas y ortigas, helechos y moras,
descubro en tus labios frambuesas silvestres
que amargan como la genciana.

Te imagino a su lado entregándote,
el no es rechazado, lo devoras y lo llenas
de amor en mi morada, te acuestas
en nuestro lecho, asediada de flores
y capullos muertos.

Volvemos al bosque, lánguida y fría,
no siente mis manos,
aprovecho y te beso, antes de soltarte
cayendo en el hoyo por tu mal trecho.

El tacto de mis dedos siente la humedad
del fango al que otorgo tu cuerpo.
Entre campanillas y flores que adorno
tu manta de viscoso légamo.
No sin antes despedirme con un beso,
te amo, siempre tuyo y siempre mía
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